La pregunta está generando mucho debate dentro de la clase política y entre los profesionales del turismo.
A día de hoy, solo dos regiones se han beneficiado de una tasa turística en España: Cataluña desde hace casi diez años y Baleares, donde se implantó en 2016. Pero otras ciudades quieren inspirarse en ella. Es el caso de Granada, Málaga, Valencia, Cádiz, Santiago de Compostela o Sevilla, ciudades muy turísticas. Y esto lleva a un acalorado debate entre sus partidarios y sus detractores.
En Sevilla, por ejemplo, el alcalde socialista Antonio Muñoz volvió sobre la cuestión a principios de esta semana, durante una entrevista con la televisión local 7TV. “Como ya ocurre en más de 180 ciudades europeas, aproximadamente del mismo perfil que Sevilla, el turista que viene aquí debe aportar. Yo siempre pongo el ejemplo de un euro por noche por persona, lo que supondría para la ciudad de Sevilla unos ingresos extraordinarios. de siete millones de euros”, explica el concejal.
“Ninguna ciudad que haya implantado la tasa turística ha reducido su número de visitantes. Nadie deja de ir a ciudades monumentales como Lisboa, París, Roma, Florencia o Venecia, por la aplicación de la tasa turística”, Antonio Muñoz, alcalde socialista de Sevilla a una televisión local
Compensar las molestias ocasionadas por la afluencia de turistas
Los argumentos que da el alcalde de Sevilla y de otras ciudades para implantar este impuesto son todos iguales. En Sevilla o Santiago de Compostela, queremos utilizarlo para la rehabilitación del patrimonio o para compensar, en cierto modo, las molestias que sufren los habitantes de determinados barrios históricos, ante la afluencia de turistas. Como, por ejemplo, el sobrecoste de los servicios municipales en materia de limpieza o seguridad.
El alcalde de Málaga también querría utilizarlo para el “fomento de un turismo de calidad”, mientras que el de Granada desea “mejorar los servicios y la acogida de turistas”. Además, todos insisten en un punto: tratar de fijar esta tasa turística consultando a los profesionales interesados para que no disuada a los visitantes. Pero aquí es donde aprieta el zapato.
Mientras que en Santiago de Compostela, por ejemplo, algunos están a favor, en Andalucía, la Federación de Hostelería se opone a este impuesto turístico. Ni siquiera quieren debatirlo, convencidos de que es una medida que va en contra de los turistas y del sector. También hay una controversia en el terreno político. Son las regiones las que tienen competencia en la materia y las de Galicia o Andalucía, gobernadas por el Partido Popular (liberal-conservador), tampoco quieren ni oír hablar de este impuesto, mientras que la coalición de izquierdas en la Comunidad Valenciana está a punto de establecerlo.